Un grupo de estudiantes de la Escuela Normal organizó una sentada pacífica en el patio del establecimiento para visibilizar lo que definen como “una falta de empatía” en el tratamiento de casos de acoso digital y sexual entre compañeros.
“Lo que hicimos fue pedir un protocolo diferente y un acompañamiento distinto por parte de los profesores y las autoridades”, explicó a LA GACETA Morena Narvaja, una de las voceras del Centro de Estudiantes. Según detalló, las denuncias corresponden a situaciones de acoso virtual, difusión de imágenes y videos obtenidos de manera inapropiada.
“Queremos que se entienda que estas cosas no se resuelven solo con un expediente. Se necesita contención psicológica, un espacio seguro donde los chicos puedan hablar sin miedo”, añadió Amelie Dantur Pereyra, también integrante del Centro.
Los estudiantes remarcaron que, si bien la institución aplicó el protocolo administrativo vigente, el proceso “lleva tiempo”, lo que hace que víctimas y denunciados sigan conviviendo en las mismas aulas. “Eso agrava el daño y la incomodidad de todos los involucrados”, señaló Facundo Ruiz.
Por eso, además del cumplimiento formal del protocolo, los jóvenes reclaman la creación de un “protocolo de contención” que contemple acompañamiento psicológico, charlas de sensibilización y capacitaciones para docentes. “No se trata solo de sancionar, sino de educar y prevenir. Queremos que se hable de esto, que se dé la ESI como corresponde”, subrayaron.
Los representantes estudiantiles aseguraron que el reclamo fue escuchado por funcionarios del Ministerio de Educación, aunque consideraron que “aún no se comprende del todo lo que estamos pidiendo”.
“Hay una brecha generacional. Los adultos creen que exageramos, pero los primeros momentos después de una denuncia son vitales. Necesitamos empatía, alguien que escuche, que sepa qué decir”, sostuvo Dantur Pereyra.
Los alumnos también advirtieron que algunas de las víctimas dejaron de asistir a clases debido al impacto emocional de las situaciones denunciadas. “La escuela debería ser un espacio donde nos sintamos seguros, no un lugar del que tengamos ganas de escapar”, concluyeron.